Le escribo al dios de tu pelo. Escribo cartas para que germinen en tus cabellos y resurjan en claves de sol, en hojas de menta, en hojas doradas por la miel del atardecer. Y que tu cuerpo se inunde de reflejos de piano, de filamentos azules, como el agua que corre transparente a través de un bosque sepia. Encontrar ahí el origen de la música y de tus manos coralinas. Ocultarme en tu sombra y entonar una sinfonía en verde, junto a la lluvia que cae melancólica en tu regazo.
Xabo Martinez
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