Cuento para ti
La luz del amanecer se filtraba por los
ventanales dibujando pesadas sombras largas sobre la pared. Se había pasado la
noche queriendo dibujar una flor nueva, para ella, para la amiga que le había
preguntado que son las flores y se le ocurrió que la mejor forma de
explicárselo era creando una nueva flor exclusivamente para ella.
Se dio a la tarea de imaginarla y pensó en
los momentos juntos desde que la conoció, en cuanto tiempo hacía que la conocía
y que desde entonces algo había unido sus almas. El tiempo después vendría de allá
tejiendo momentos y más momentos para estar juntos. Para confrontar voces, miradas y recuerdos. La
primera vez que tomo sus manos sintió ese calorcito en el estómago que algunos llaman mariposas y otros nervios.
Y así sin prisa enfrente de ellos se fue acumulando algún café y momentos de
charla en el teléfono.
Luego vendría alguna cena o algún vino y
alguna película. Saberla a su lado le hacía sentir genial, como si la alegría de
él se continuara en ella. Hay que decirlo, él ya llevaba la delantera pues ya
le llevaba sueños y madrugadas por delante.
Ella en cambio improvisaba canciones,
tarjetas y apretones de mano. Sólo hacía falta el momento que los nivelara por
completo para unir no solo las almas ya que
esas ya se habían unido muchas veces, sino los cuerpos. Esa fábrica de trabajo
y rutina pero también de horizontes insospechados. Sueños y lunas frías.
Teniendo
en cuenta esto la flor tendría que ser perfecta, y la imagino tal como si de un
dios se tratase con su paleta de colores amplísima, Con un ejercicio de
imaginación vio que había tímidos azules, rojos en tonos nuevos, amarillos
inesperados, naranjas cargados de alegría; y sin embargo solo lograba empezar
el horizonte verde de las hojas, (porque estarán de acuerdo conmigo que las
flores lucen más sobre las hojas, que sueltas, aunque hay algo de poético en
las flores sueltas y que se guardan dentro de un libro o a menos que sean
mariposas pues esas son flores vivas.
Así que se entretenía dibujando las hojas y cuando
llegaba al tema de la flor, no alcanzaba a ver la idea que quería. Así que
divagaba sobre la flor azul de Novalis, sobre la flor amarilla de Borges, o
sobre la rosa inmensa de Rilke, Él era el que más se acercaba a su idea de una
flor nueva.
En este punto decidió parar y se durmió (a
veces los dioses duermen) y en el sueño retomo el pincel y dibujo la flor más
maravillosa que se le ocurrió, La flor era una orquídea nueva, hay que decirlo,
las orquídeas son las más abundantes en las fiestas de las flores. Así con los
pétalos largos y blanquísimos, con una tímida aparición del azul en forma de
glifo, los bordes estaban guarnecidos en un violeta oscuro, y la flor lucia
estupenda.
Muy temprano se decidió a pintar y al llegar
al lienzo y los colores, he aquí que la flor estaba ahí, impasible sobre el
lienzo, Sacudió la cabeza para ver si estaba soñando y acercándose toco
tímidamente la foto. Al tocarla despertó (el dios, no la flor) mientras la luz
del amanecer se filtraba por los ventanales dibujando pesadas sombras largas
sobre la pared y él quería dibujar una flor nueva.
X. M.
2 comentarios:
Sencillamente, mágico. Un beso
Cada flor que dibuje para ella será hermosa porque lo hace desde el corazón. Imagino una paleta de colores inigualables, casi de ensueño.
Hermoso cuento querido GAB me encantó leerte.
Besos desde mi sur un tanto lluvioso por estas horas.
REM
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