jueves, 4 de septiembre de 2008

EL TLACUACHE Héctor Martínez

EL TLACUACHE
Héctor Martínez
Narrador
Un día, el tlacuache mo’kx andaba en el monte en busca de
alimento; entonces se encontró con un tigre y éste le dijo:
—Oye tlacuache, ¿qué haces?
—Aquí nomás, buscando alimentos, ¿ y tú?
—Yo por lo mismo. Por eso te voy a comer— le dijo el tigre al
tlacuache.
De repente el tlacuache, agarró una piedra que estaba en el
cerro y le dijo:
—¡Tigre! ¡Tigre! Ayúdame. Se va a caer esta piedra ¡Ayúdame!
Porque si no nos va a matar a los dos.
Entonces el tigre fue y sostuvo la piedra: pero la piedra estaba
fija, y los dos la estaban sosteniendo. Luego el tlacuache le dijo
al tigre:
—¿Sabes qué? Ya me estoy cansando. Voy a ir por alimentos.
Tú quédate aquí.
El tlacuache se fue pero ya no regresó, porque su idea era
escapar del tigre que se lo quería comer. Hasta después el
tigre, que se había cansado mucho, soltó la piedra y vio que no
pasaba nada.
—¡Ah! Así que ese tlacuache me engañó. Pero la otra vez sí
me la tengo que cobrar. Me las va a pagar bien caro.
Pasó el tiempo y el tigre se encontró al tlacuache cerca de una
colmena. Se oía el ruido de las abejas. Le dijo el tigre al
tlacuache:
—Esta vez tlacuache, ¡sí te voy a comer! ¡tengo tanta hambre!
—Bueno, ¡qué importa! Pero ¿sabes una cosa?
—¿Qué?
—No, espérame.
—¿Qué?
—Escucha, escucha. Son mis alumnos que están aprendiendo
solfeo. Están haciendo mucho ruido y mucha guerra porque
tienen hambre como tú y como yo. Quédate un ratito con
ellos. Nada más les voy a traer alimentos. Pero ¿sabes qué?
Cuando hagan mucho ruido y para que no estén molestando,
pégales con esta vara, pégales fuerte.
—Órale pues— dijo el tigre.
El tlacuache se fue y el tigre se quedó con la colmena. Cuando
se acababa de el tlacuache las bajas empiezaron a hacer un
ruido muy fuerte. El tigre se levantó con la vara y se las sono
sabroso. Las abejas salieron y empezaron a corretear al tigre,
hasta que lo picotearon y dejaron todo hinchado.
—¡Ay, ese tlacuache! ¡Cómo es mañoso el canijo! Pero esta
vez sí no lo voy a perdonar —decía el tigre quejándose.
Pasaron los días y el tigre se encontró otra vez al tlacuache.
Pobre tlacuache, ya qué le quedaba, estaba en un lugar indefenso.
—Esta vez no te me escapas.
—No, pues esta vez sí. Ahora sí trágame entero, trágame.
Entonces el tigre se lo tragó entero. El tlacuache, como era bien
canijo, se dejó tragar entero, pero no duró en el interior del tigre
ya que después apareció otra vez por ahí. Parecía que había
muerto, pero no era así; quien sabe qué cosa le había dado al
tigre. El tlacuache engañó tres veces al tigre y no se murió.

TOMADO DEL LIBRO: FIESTAS DE LOS PUEBLOS INDIGENAS DE GUSTAVO TORRES

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