miércoles, 22 de abril de 2015

Los huesos


Los huesos, los húmeros, la extrañeza que solía darme recorrer tu cuerpo con la morosidad de las hormigas. Esa espera que quedo como piedra quieta al amanecer. La ventana que no podía cerrar el horizonte ni las montañas aún vivas en tu cuerpo. Ese sendero azul que se alzaba en ecos. Esa sed de tormenta cuando entraba en la corriente de tu sangre hilvanando tus rostros ausentes. Esa memoria que aglutinaba tus sombras, tus miedos, los fantasmas presentáneos y pretéritos. Vivir en ti era habitar desde otras sendas, algunas luminosas, otras sombrías. Un corazón que respondía al tam tam de tus dedos. Que hacía volar los pájaros por la rubia red del otoño. Viajeros de arena, de una cabellera que alojaba mariposas hechas de hojas secas. Me alzaba ciclópeo entonces para anclarme a tus orillas. Salamandra en tierra de fuego, llama cuyo sol espiga estrellas.

gm

1 comentario:

Rembrandt dijo...

Querido GAB hay días que uno tiene sed de poesía y es en esos momentos cuando se tiene la certeza del lugar donde saciar esa necesidad.

"...Salamandra en tierra de fuego, llama cuyo sol espiga estrellas."
Precioso!!!

Besos de otoño amigo mío.
REM

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