Por la mañana en tu andar,
brota el ansia de infinito.
Ante esa rapsodia de hojas secas,
la ilustre red de sombras
por donde se esconde la lluvia.
El límite del vuelo a la mañana,
es dar cara a la vida como un mar
atenazado de arrugas.
Le damos manos a ese sol repleto de viñedos,
tu memoria es ese insomne juego de dados:
donde cada seis caes tú, la infinita.
El olvidado ausente tiende a estar vivo,
el azar que te trae entera y prodigiosa;
y la música ronronea su vinilo.
Su orquesta fantasma para que bailemos,
hasta estar muertos de frío
o vivos de olvido.
Xabo Martinez
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