Cuantas veces dije abuela
y me contesto la soledad encanecida
Mire el sueño caminando sobre rieles
y el tobogán de vuelta a la oscuridad.
Cuantas veces busque tu aura bendecida,
el olor a alcatraces y las veladoras
flameando discretamente en tu regazo.
Eras los pinos y las piedras,
el deslinde de las mojoneras
y el abril de las cigarras.
El amor de los hongos,
que despiertan al compás de la lluvia
y, que ya secos van levitando
en ese ocio azulado de las nubes.
Cuantas veces al decir abuela,
dije horizonte y miel de abejas;
luego al buscar tus manos halle la neblina.
cuantas veces fuimos los desconocidos
a los que una causa de vida los sostiene,
como los pájaros que llegan de visita
y buscan el abrazo de las ramas
que se quedan en el patio para ver
encenderse las primeras estrellas,
y ese hilo de vida es tan frágil
que podríamos ser otros: los ajenos
a los que llamamos otros pero acudimos a ellos
en el animo de honrar una presencia tutelar
y siempre viva. Llenar esos espacios
fiables de la memoria; la memoria
que ya no es compartida
porque hay abismos entre pinos y montañas
Y abrimos los párpados
con animo de fijar para siempre
el arcabuz del naranja y las hojas del árbol
que nimban el azul doliente de esta tarde
la noche en que se despide
el amor que aromo tu ausencia.
Xabo Martínez
1 comentario:
Sólo un palabra a tu poema GAB, bellísimo.
Un gran homenaje amigo mío para esa hermosa mujer que asumo puede ser la de la fotografía, por cierto excelente.
Besos y todo mi cariño para vos querido amigo.
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