miércoles, 2 de agosto de 2023

02.08.2023

 
Por acá la lluvia no existe
y esta bien. Es el desierto,
las nubes son apenas sutiles.
Algo que olvidas ante un cielo
tan intensamente azulado.
La lluvia sigue en la memoria
y en los sueños. Ese otro espejo
donde la infancia es ese barco
que no acaba de zarpar.
En la impronta de esta arena
tu recuerdo es una bruma sobre otro bruma,
apenas tus labios que sabían decir
y besar. Mis labios sobre las pieles
de tu piel. Volando por las orillas
y mi hambre siempre naciente de ti.
Pareciera que el café
y el calor no se llevan;
disfruto ambos. Como la lluvia
en la memoria y el sol en la piel
soy perfectamente disímbolo.
Lo que se une en mi eres tú
tan tenue y tan intensa a la vez.
En el estero el tiempo olvidado
las memorias del otoño
y una aceituna en el vaso.
Lo ido se va lejos,
como la música en el viento
pero no del todo.
Basta un reflejo, una inquietud,
¿duraríamos de haber seguido juntos?
El estero me trae esas palomas encaladas
el rumor del mar que no es un si o un no
el caracol de un suspiro
la brecha de un relámpago en la memoria.

Xabo Martinez

miércoles, 26 de julio de 2023

Guelaguetza



 Guelaguetza


Tantas veces he pensado en ti
en caminar por la región mixteca
o ir hacia el Papaloapan
ir por esos caminos para encontrar
el latido de la flor de piña
beber tu tepache hasta quedar
iguana tendida en la roca
y en la mañana un caldo de piedra
caminar hacia la neblina mixe
en el tambor y el son del huarache
beber el tibio mezcal y cantar
contigo sones y jarabes mixes
oír esa tu lengua de mil años
decir lo debido y ofrendar
un chorrito de mezcal
a esa tierra donde nací
donde la nube es a la vez
raíz y cielo de un árbol inmenso.

Xm


jueves, 13 de julio de 2023

13.07.2023

 

 

 


 

 

En los barrios de por aquí, la soledad del hombre se vierte en un cubo de estrellas, una construcción de hambre y ascuas. En estas bodegas urbanas camino diariamente. En realidad pretendo hablar de otra cosa, pero la tristeza de un perro muerto me conmueve. Lo llevo a enterrar entre la arena y ladrillos. El aguijón de la muerte poda su sufrimiento, calma sus vísceras. Hay sonidos perfectamente graves, secos.  Con una asimetría de indigencia lo sepulto en esta calle ausente de mármoles. Lo que pienso es un discurso desierto y secreto. La conocí hace días se acercó a mi puerta y ya traía la boca con espuma y sangre, su discurso de dolor me llevo a mitigar su hambre, después hicimos una cortísima amistad de arrabal y telares, una memoria de cartón y latas oxidadas. Después no supe más que esta osamenta que amenazaba quedarse tendida en el baldío. Dispuesta a infestarse de moscas y de olvido. Tal vez ahora que ya está guardada en su tumba -si así se le puede llamar a ese núcleo de arena-, con un breve responso de pájaros y cielo, pueda ya no ser esa península de muerte y duelo para descansar al fin, sin profanarse de estos rumbos donde lo macabro es cotidiano, transitorio; en la médula de esta ciudad de arena y sol inclemente.  Sin mucho sitio para dejar la negra nostalgia de un ladrido.


Xm

22 07 2025