viernes, 20 de agosto de 2021

 

Poliédrica, asomas tu belleza en los escapularios de la tarde,

de mi pecho surge caterva de ciervos para ofrendar un mar sin destino.

De tus labios recojo los besos cual vino de una vid

que sazona los tiestos en la oscuridad repleta de almendras o raíces,

desnudo tu piel en rosedal de humo y ausencia.

Bebo tu sed y me asomo a ese corazón,

que se multiplica en aves y en luciérnagas que iluminan,

cada resquicio de ese cuerpo que duerme el sueño de nadie.

Y despierta con la lengua que baja por tu espalda,

se asoma la raíz de Perséfone que presiente la llegada

del hombre que esperas desde noches indecibles.

En tus caderas soy el minotauro que se asoma a las estrellas,

sabedor de que a este laberinto pertenezco

y ya no sueño con ese éter que me es ajeno.

Este laberinto que me entrega sus secretos

envueltos en labios, y esa mirada que se escapa

y regresa para devolverme ese espejismo.

Mi yo envuelto en niebla o en tu amor:

esa tormenta que como un tigre, nos devora.

      

Xm

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