viernes, 27 de agosto de 2021

A la deriva de tu piel se arropan los sueños,

En tu cuello, -amadísima- se instalan pájaros tenues

Tu cuello resguarda la redondez de uva de tus pechos.

Tus pezones se alzan como vigías nocturnos

Mi lengua en el borde teje nido a tu piel de durazno.

Tus clavículas con fulgor de pecosas peras me saben al otoño,

navego en los meandros de tus caderas con olor a guanábana,

mordisqueo esa fruta guarecida en la humedad del tiempo;

(a salvo del invierno y de los mapas con brújula hacia el sur).

Amadísima: en tu puerto se mira el futuro y coloco bandera

en el andén de la victoria, en la frambuesa de tu piel

que viene de otro continente. (Entre el tibio aroma

de las manzanas y el aliento de higo de la noche).

En la profundidad de tus pechos, amanecen tibias estrellas,

Lejanas y desveladas;  alumbran la blanca orilla

en tu cuerpo de espuma.  Mi playa y tu memoria.

Vuelve a esa espuma blanca que estalla contra las rocas

El sueño ebrio de la arena cuyo puerto no volverá a besar el mar.

 

Xm.

 

1 comentario:

Rembrandt dijo...

QUE HERMOSO!!!!!!!!!

Sí, así con mayúsculas, cada verso de tu poema es un canto al erotismo y la sensualidad. Lo he disfrutado de comienzo a fin lentamente como se hace con las mejores cosas, las que más nos gustan.

Abrazos querido amigo y un placer leerte siempre.

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