Tu nombre como una canción, una melodía que puede viajar junto al andén. Llevarte cerca de mi.
Amontonarlo a deshoras como hojas secas. Incinerarlas y ver lo luminosas que pueden ser tus vocales.
A la hora del café, manchar los papeles de tinta y parpadear en tu lejanía la vida.
Llover contigo, llover de ti, de principio a fin: la noche humedecida y tu boca llena de estrellas.
Y tus manos, lo que podría decir de tus manos. Los pájaros que se han ido a otro continente.
La pinta azul de la noche. Saborear el vino. Un violín que suena a un paisaje de tus ojos.
Despertamos sobresaltados, la puerta es una lágrima, una sombra que huye.
El polvo que cubre los libros. El jardín donde crece mi memoria como una babel, donde nadie sabe nombrarte.
Tus pasos con olor a rutina. Tus huellas se llevaron la vida. Un sol naranja que amenaza con difuminarse en rosa pálido.
La piel del adiós. El ente de tu olvido. El muro.
Salgamos afuera, respiremos ese aire que despeja los pulmones y miremos el geranio mientras amanece.
Xabo Martinez
1 comentario:
Hola amigo mío, tiempo de no pasar por aquí y me encuentro con tanta poesía que he disfrutado plenamente. Siempre es bueno volver a reencontrarnos con aquello que tanto nos gusta.
Te dejo un abrazo enorme querido Xabo y te confieso que además me encantó escuchar tu poesía.
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