La tarde y tu nombre.
Los filamentos coinciden
y un calamar nocturno se eleva
a un barco donde tu eres el agua
que mece la madera y el acero.
¿Nombrar lo real?.
Un naufrago atraviesa tu carne,
una botella es lanzada al océano tibio.
En esa oquedad me muevo
y adivino los espejos de tu memoria
y en la espuma flotamos.
Crecemos y decrecemos,
anémonas de un antiguo edipo.
El sol nos mezcla, nos cauteriza y nos invade,
nos llena de sal y arena.
Me alimento de tu sombra y tu me bebes.
Nos bebemos y la sed espesa
como la melancolía se tiende entre dos cuerdas.
El pasado que te persigue y el futuro
que no acaba de alumbrar las ventanas.
Esta entrega sola, frenética escritura
del nosotros y la poesía rizoma
cuya voz en mi cabeza es un grafo en la arena.
Como esa ola hipnótica que se sujeta al deseo
cuando la palabra te nombra y sucede al viento
que se desmadeja en olas
y echa lunas, raíces.
Xm
1 comentario:
Bonito poema recitado en tu voz, te feicito.
Besos.
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