jueves, 13 de abril de 2017

El beso

Estábamos ahí como si no ocurriera nada, como si. Como si: Tu beso. Tan singular para ser festejado en plural. Mostraba poco a poco sus alas, alguna pluma que expectante se anticipaba al vuelo. Labios que en su frescura y en su individualidad mostraban la osadía perfecta, la mejor transgresión a las reglas morales, sociales, intelectuales y seamos ambiciosos: históricos. La expectativa se encontraba desde luego en tu lengua. El asombro eléctrico y el rayo para viajar al cosmos de tu alma. El beso que fue entonces fue el país prometido, el paisaje transfigurado, las acuarelas y la sinfonía de John Cage en papel pautado y patentado para el asombro de tus ojos. El silencio con sus maneras de renovar las pautas que hacia florecer las estaciones y los otoños. Quizás por eso: por ser rito y discurso, transgresión y epifanía, no podría durar indefinidamente. Fue entonces que me decidí a dar fin con ese hechizo: rompí los espejos, estalle los cristales, seque los lagos y el fondo del pozo infinito en que los besos se hacen temblor de agua, temblor de aire y relámpago. Aún así hay veces que me sueño mirando tu rostro y extraño aún ese último beso nacido y naciente, sepultado a las orillas de la eternidad en la luna: tu último rostro.

Xabo M.





2 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

qué bonito...Y yo que me acuerdoaún del primer beso

Rembrandt dijo...

Que bello este largo y prolongado beso, pasión, ternura, erotismo y poesía todo en uno.
Precioso, me encantó leerte Xabo.

Abrazos querido amigo desde mi sur otoñal.

REM


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