LA CAMPANA DE ALOTEPEC
CRISÓSTOMO ZARAGOZA
Narrador
Dicen los viejitos que un señor de Alotepec se fue a San Andrés
Tuxtla. En ese momento había ahí la fiesta. El señor se fue
a la fiesta; dicen que fue a vender sus chilitos. Vendía sus chilitos
y saludaba a las personas. Cuando hicieron misa o rosario se
escuchó la campana de la iglesia de San Andrés.
—¡Qué bueno! A ver, yo voy a ver esa campana ¡Qué bonito
suena! —dijo el señor.
El señor se subió a la iglesia a ver la campana que sonaba tan
bonito. Y cuando llegó a verla, las personas del pueblo se decían:
—¿Y ese señor? ¿De dónde es?
Luego le gritaron:
—¿Por qué vienes aquí? ¿Por qué subiste aquí? ¿Quién te
dio permiso?
Las personas del pueblo lo bajaron, le pegaron, lo golpearon y
lo metieron a la cárcel porque subió a la iglesia a ver la campana.
Así de mal la pasó ese señor. Pobre, en lugar de divertirse
en la fiesta, lo encarcelaron.
—Bueno señor, por qué me encarcelan.
—Porque estuviste aquí. ¿De dónde eres? ¿De dónde vienes?
¡Qué necesidad tienes de ver!
—Bueno señor, es que me gustó mucho su sonido.
—Mañana vamos a ver.
Al día siguiente lo liberaron. El señor llegó a su pueblo, Alotepec,
y platicó cómo le había ido de mal en la fiesta. Se lo platicó a
sus compañeros, que eran nahuales (tzok), que tenía un superior,
un defensa. Platicó a sus familiares, amigos y autoridades
lo que le hicieron en San Andrés Tuxtla.
—Me encarcelaron.
—Bueno, y por qué pues.
—No sé, no hice nada, no hice daño. Nomás porque subí a
ver la campana que tiene un sonido muy bonito. Y por eso me
encarcelaron.
—¡Y por qué cabrón! ¡Mejor vamos a quitar esa campana!
Hicieron junta, una reunión; y todos los que tenían nahual
dijeron:
—¡Yo también tengo un nahual que es cabrón!
Fueron a quitar la campana de la iglesia de San Andrés y la
trajeron a Alotepec. Llegó un aguacero, un truenazo, un rayo.
Llegó una gran tormenta a San Andrés que hizo esconder a los
habitantes. Y así se trajeron la campana a Alotepec y la dejaron
aquí, en un lugar que se llama kämpaan jud windïb’y (“cerca del
hoyo de la campana”). Pero como luego vinieron las nahuales
de San Andrés la escondieron; éstos no la vieron y se regresaron
a su pueblo.
La gente de Alotepec se reunió para ver qué iban a hacer con
la campana. Algunos la querían colgar en la iglesia, pero otros.
—No se puede poner aquí, porque los nahuales de San Andrés
van a venir. Mejor la escondemos en el cerro.
Los nahuales de Alotepec se llevaron la campana al cerro.
La escondieron quien sabe dónde, arriba del cerro. Por eso siem
pre se escucha la campana en el día de San Andrés, justo al
mediodía.
Tomado del libro: Fiesta de los pueblos indigenas de Gustavo Torres.
Se trata de ejercer la memoria para conservar la identidad y la realidad, si lo real es lo que permanece identico a si mismo a traves del tiempo
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