El otoño convertido en un huerto baldío,
donde los cuervos dejaron los ojos del comienzo.
Donde los límites eran la añoranza
y el deslinde de la huida siguiéndote.
Las nubes arremolinadas sobre esta tierra
donde los sentidos ya no saben de ti,
aunque siempre supe dónde encontrarte.
Unida vas a mi voz como la palabra,
mientras la hora insidiosa toca a la puerta,
de esta casa hecha de sombras.
Hay frutos invisibles creciendo más allá del otoño
donde están los espejos brillando ante tu ausencia.
Xabo Martinez